Los estudios cualitativos que hemos desarrollado durante la última década, confirman un sentido común que está instalado en el país hace tiempo: las familias vulnerables (40% de la población al menos) viven con desesperanza y no sin angustia su cotidianidad marcada por la superposición de desventajas, pero si o si, todas por igual, tienen puestos sus sueños y aspiraciones de un futuro mejor, en la educación de sus hijos o nietos. Si bien es cierto que en el nivel de planificadores y ejecutores de política pública, se tiene una mirada más integral respecto de los procesos de superación de la pobreza o de inclusión social, como procesos multifactoriales y de expresiones multidimensionales, en el corazón del anhelo más sentido por los chilenos, sigue estando la educación. El apoyo transversal que se logró al final de todo el largo proceso de cambios a la educación, muestra que más allá de las negociaciones que se dieron, todos los sectores entendieron aquello de educación pública, gratis y de calidad.
Por eso es que los resultados de las mediciones de la calidad de la educación que están recibiendo los niños y niñas son un tema tan sensible. ¿Quién no quiere tener a sus hijos o nietos en un buen colegio? Los resultados respecto del desempeño de los colegios entregados por la Agencia de la Calidad de la Educación, muestran que si el sistema educativo mejora en general, nos falta muchísimo para tener un sistema educativo de nivel aceptable. Una vez más, las brechas socioeconómicas frustran las esperanzas de futuro de quienes no pueden pagar altos montos por una buena educación, y que tampoco pueden complementar lo que tienen con oportunidades como vivir en un buen barrio, tener acceso a buena salud, a un buen transporte, a una vivienda digna.
Lo primero es que hay cerca de 400 colegios con un nivel de desempeño insuficiente y eso comprende a una alta cantidad de niños a los que nuestro país les debe la restitución del derecho a tener una educación de calidad.
Y lo segundo es que, como sabemos, los promedios o resultados generales, en un país tan desigual como este, esconden mucho. Y basta desgranar un poco las cifras para ver la magnitud de problema de la calidad en la educación para los más pobres. El dato es que no hay ningún colegio municipal con enseñanza media en la categoría de desempeño alto en el sector socioeconómico más pobre y sólo el 3% de los subvencionados de ese mismo sector socioeconómico, llega a ese nivel de desempeño.
No hay que perder de vista que estamos hablando tanto de un derecho de niños y niñas como de una de las más sentidas necesidades de la población chilena en general. Acceder a una buena educación podría por tanto, ser un factor decisivo para avanzar hacia la cohesión social. La política educativa, entonces, debe ser capaz de abordar todos los factores que restan calidad a los colegios y disminuyen la posibilidad de niños y niñas de aprovechar las oportunidades educativas.