Recuperarse de una situación de crisis no es fácil, sobre todo cuando se trata de contrarrestar un acontecimiento donde a la urgencia se le une lo inédito. Lo anterior, requiere dejar atrás las recetas tradicionales implementadas, tanto en términos de políticas sociales como en aquellas acciones destinadas a la reactivación económica.
En este sentido, no cualquier proceso de recuperación sirve. Si las medidas que se implementen no se enfocan, paralelamente, a cerrar las brechas sociales en educación, salud, vivienda o ingresos, se corre el riesgo de aumentar la pobreza y la desigualdad. Nuestro país, especialmente para quienes soportan mayor vulnerabilidad, necesita desarrollar un proceso de recuperación equitativo, sustentable y bien planificado.
La Comunidad de Organizaciones Solidarias, en conjunto con la Fundación Superación de la Pobreza – SERVICIO PAÍS, y diversas instituciones de la sociedad civil que adhieren a esta declaración, conmemoramos este día 17 de octubre, Día Internacional por la Erradicación de la Pobreza, con incertidumbre y preocupación, pero también con esperanza en el cambio social que Chile es capaz de hacer.
CHILE ESTÁ EN RIESGO
Tenemos la gran oportunidad de hacer aquellos cambios que son significativos y sentidos por la sociedad. No hacerlo implica un riesgo; podría aumentar no solamente la pobreza y la desigualdad, sino que también agudizarse la crisis climática, debilitarse los lazos que aún nos unen como sociedad y, para algunos, volverse de nuevo, invisibles. El mayor riesgo, por mucho, es no actuar sobre la base de lo que hemos aprendido durante la crisis.
LA VINCULACIÓN ENTRE ESTADO Y CIUDADANÍA REQUIERE UN CAMBIO
Es necesario que el Estado modifique los esquemas a través de los cuales se relaciona con la ciudadanía en general y evalúa su nivel de bienestar. Una de las causas del retraso y falta de ayuda oportuna, tuvo que ver con las falencias de nuestros sistemas de registros, la falta de conectividad y educación digital de las personas, y la excesiva burocracia en tiempos de urgencia y necesidad para llegar a tiempo. Necesitamos mejores sistemas para conocer la realidad de las familias y comunidades.
LAS POLÍTICAS SOCIALES NO DEBEN PROVOCAR MÁS INEQUIDAD. LA SENSACIÓN DE INJUSTICIA SE ACUMULA Y GENERA GRAN MALESTAR EN LA CIUDADANÍA
Frente a crisis y siniestros, algunas medidas deben ser universales de acuerdo al grado de impacto que han causado en los territorios, pudiéndose establecer parámetros de exclusión cuando se requiere con urgencia llegar a grupos sociales o territoriales determinados. Cambiar la mirada implica entender que la pobreza de ingresos o multidimensional no es sólo un problema doméstico de una familia, sino de todas las que conviven en el mismo territorio.
NO SIRVE CUALQUIER RECUPERACIÓN
El estallido social del 18-O, en parte, fue resultado de un malestar que se fue incubando desde la vivencia de inequidad que subsiste en nuestro país; y que afecta a determinados grupos de población sobre los cuales, además, se superponen y acumulan desventajas que dificultan el logro de sus proyectos de vida; a saber, niños, niñas y adolescentes, mujeres jefas de hogar, personas mayores, sectores rurales, hogares hacinados, una clase media altamente endeudada, precios de viviendas elevándose sin parar. Estos problemas se agudizaron con la pandemia, provocando, por primera vez, un quiebre en la tendencia de reducción de pobreza que venía sosteniendo el país, donde fue particularmente profundo el incremento de la pobreza extrema y los niveles de desigualdad. Lo anterior, se ha traducido, por ejemplo, en un aumento de familias habitando campamentos, pérdida de trabajo formal e informal o la necesidad de habilitar ollas comunes para alimentar a miles de familias.
La recuperación es tarea de todos y todas. Este escenario nos obliga a pensar en un proceso de recuperación en que cada persona, desde sus distintos espacios y sectores, contribuya con acciones y decisiones que promuevan la colaboración en la búsqueda de soluciones a las distintas problemáticas; que fomenten el empleo femenino y las áreas donde estas se desempeñan, que proteja a niños y niñas en su derecho a cuidado y educación, que aseguren la creación de empleos de calidad, protegidos con contrato y sueldo digno, donde la comunidad pueda también constituirse en factor dinamizador a nivel local.
SE DEBEN REPLICAR Y FOMENTAR DESDE LA POLÍTICA PÚBLICA LAS BUENAS EXPERIENCIAS DE TERRITORIOS DONDE SE RESISTIÓ MEJOR LA CRISIS
En este marco de incertidumbre y crisis, sin embargo, hemos visto cómo los territorios pueden desplegar sus recursos y capacidades para recuperarse. Se trata de estrategias de las que debemos aprender, donde aparece la solidaridad en los barrios, el fortalecimiento de circuitos cortos de comercio que son más sustentables al aprovechar la producción, venta y consumo local, la igualdad en el acceso al agua de riego y consumo, etc.; en definitiva, donde florece la riqueza biocultural de los diferentes territorios de nuestro Chile diverso.
Para tener un futuro compartido, en la casa común que está en construcción, Chile debe dar, desde ahora, la oportunidad a todos y todas de poder elegir lo que de verdad vale la pena elegir: LA VIDA QUE QUEREMOS VIVIR.